
Ahí en la cima usted se puede sentar en los escalones de una iglesia de siglo XVII a más de 3 kilómetros sobre el nivel del mar; donde el aire ya contiene menos oxigeno pero es fresco. El sonido de cánticos Gregorianos emanan tranquilamente del santuario y las notas flotan suavemente hacia las nubes que pasan cerca por encima del lugar.

